Destinos errados, violencia con ley,
refugio invadido por el narco del rey.
Locura y zisaña me vienen a mostrar,
me esconden las heridas de mi “amiga” sociedad.
Demasiadas lágrimas,
hambrientos convalecientes,
llantos arraigados,
es la vida indigente que oculta la ciudad.
Me ahogo con tu aire
y entre miradas intrusas me incinero sin cesar.
Tu flor venenosa me viene a buscar,
su lengua iracunda me obliga desbordar.
Yo no fui ni volví,
esta maldita vereda me lleva y me trae
en la oscuridad.
Ya no se donde estuve ni donde viví,
no recuerdo la última noche en donde dormí.
/Destinos errados, violencia con ley,
refugio invadido por el narco del rey.
Locura y zisaña me vienen a mostrar,
me esconden las heridas de mi “amiga” sociedad./
Y extraño todo eso:
mi caramelo amargo,
mi guitarra sin cuerdas,
mi cuerpo sin sangre,
mi sumisión y mi veda.
Sonrisas y desconciertos,
ruidos de sirenas y firmamento.
Destinos cruzados que nadan en la nostalgia.
Romper las cadenas, sentir el momento;
mientras las ovejas marchen, el lobo contento.
/Destinos errados, violencia con ley,
refugio invadido por el narco del rey.
Locura y zisaña me vienen a mostrar,
me esconden las heridas de mi “amiga” sociedad./
Prospecto indicado, el virus concreto,
siempre te agrada, si te hace violento.
No quiero sus costumbres,
no aguanto su hedor;
su amor es tormento
y su beso dolor.
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