La mirada del aguila

La mirada del aguila

Por un romántico soneto

Por un romántico soneto

Porque nos hace temblar la pasión
con las caricias de nuestro abdomen,
mientras los labios nos da el placer
dibujando,
nuestras miradas perdidas;
y así es la mejor forma,
de conocernos enteros.

Como tiritamos por el amor
que se nos brinda,
con las manos,
sin poder parar de jugar
y descubrir todo,
el secreto de nuestros cuerpos.

Mi diosa que contradices
todos mis argumentos,
amor reprimido en mi pecho
que ahora se entrega por completo
pero que está al borde del colapso,
por el sentir,
de todo tu ser desnudo
regalando su hermosa visión al viento,
para que mi corazón suspire…

con su más romántico soneto. 

De Sol Elk

La tragedia de nuestro amor

La tragedia de nuestro amor

Muchas veces la tragedia
forma parte de una historia de amor
y nuestro amor es tan puro,
único e inmenso
que escapa de la comprensión de los demás,
y es que, ¿Cómo podrían comprender?
si nunca sintieron algo igual.

Sin tenernos en cuenta
nos separan por rivalidades
que nos son ajenas
y nos imponen el odio
como frontera.

Pero los secretos también son parte del amor
y hemos aprendido a esquivar en público miradas,
mientras nuestras almas perturbadas
por la necesidad y la presencia del otro,
se atraían como un imán en una violenta estocada.

Y así por las noches acechaba
en las afueras de tu balcón,
para esperarte
después que la medianoche en sus silencios
cortaba como daga
la confidencia de aquellos luceros nocturnos,
y tú, como un ángel,
adornabas entre enredaderas de flores
y cortinas rebeldes que oscilaban por el viento.

Tus ojos hermosos
husmeaban por la oscuridad de tu jardín,
encontrándome sonriendo como un tonto
por el hipnotismo de desearte con el alma entera.
En voz muy baja nos consolábamos
argumentando que nuestro amor
es un obsequio de Dios
y que la fe sería la llave
de nuestra felicidad añorada.

Pero es verdad, así lo aprendí con sangre,
la tragedia también forma parte del amor,
pues te tuve en mis brazos
cuando tu mirada se perdía en blanco
y tu cuerpo se enfriaba
con el corazón dando muy lentos sus pasos.

Y así te me ibas de este mundo,
con mis besos desesperados
buscando aliviarte,
inútilmente,
sin poder hacer nada,
y con mis lágrimas
que morían en tus mejillas.

Nuestra unión agonizaba y yo te juré amor perpetuo,
no queda más para mí en este mundo,
mi promesa de felicidad se marchaba
contigo al infinito del cielo,
no tengo esperanzas
pues si me quedo
solamente enfrentaré a los canallas.

Si tú te acabas, mi vida es la que se acaba,
¡Que así sea!
Y fue entonces que bebí de tu copa,
aún podía sentir el calor remanente de tu boca
y repose mi último cansancio a tu lado,
un dulce beso final de tus labios
es mi pasaje hermoso hacia el otro mundo,
donde la paz nos dará la bienvenida
a la vereda de la eternidad,
donde nos podremos amar sin pecado
y sin tener que dar a nadie ninguna razón,
allí, donde el creador nos ungirá el corazón.

Ahora cierro los ojos
entregándome
a la oscuridad del sueño a tu lado,
contemplándote con mi último aliento,
me apago,
con la mirada en el ocaso de tu silueta,

mi amada Julieta.

De Sol Elk