Cascabel de plomo que suenas
porque te sientes parte de mi alma,
la misma que es un sublime descontento
de mi vida traicionada.
Raíces dolorosas que llegan al corazón
y se agarran de sentimientos perpetuos
quitados de mi piel.
Una lágrima de tristeza cae de tu ser
y busca entre retazos de amor renacer.
El despecho se convierte en soberano
porque tengo mucho que decirte.
Te vas, me voy
¿de qué te quejas si no estoy?
Los gritos de un corazón herido
que rechaza su obituario.
Los pies, humildes sin medias
que caminan por las rocas
de la existencia entrecortada,
dispuesta a hacerme sufrir.
El mantel esta tendido
subrayando la desesperanza,
dime tú que entiendes por amor.
Paladín infame del descontento,
que conviertes todo en final
tienes en tus manos
lo que queda de mi tormento.