La mirada del aguila

La mirada del aguila

Ya me decidí


Ya me decidí

En mi corazón no existe el silencio,
los gritos de tu piel ahuyentan todo remanso;

el amor es mi profesor
y el dolor mi edecán.

Vale la pena vivir sin soñar?

Pues algo es seguro,
no puedo vivir mi vida soñando.


¡Sí, tú!
Cuánto es lo que me dejaste
cuánto y tan arraigado,
que no puedo olvidarte.

Hasta respirar, sin ti, me es difícil,
tengo recuerdos palpables
que tienen tu hermosa letra
escrita por todos los lugares.

Me amaste, lo sé
pero también me lastimaste.

Mi búsqueda es irrisoria,
y mi filosofía tan tonta,
que ya no sé más que hacer.

Aunque está muy claro,
solo,
solitario,
debo padecer.

Jamás podré escribir un poema,
porque sin ti me abandonan las letras
y la felicidad es solo una visitante
que ya no es pasajera.

Soledad, ya no espero que te marches
solo quiero que me hables,
pues las paredes son tan sombrías,
que ya desconozco
lo que llaman alegría.

Me dueles demasiado,
pero la vida sigue;

y veo a tantas personas felices
mientras que el espejo que me refleja
me delata tan triste.

Una lágrima sobre la copa de vino
era mi testigo,
soy víctima, de mi propio sigilo.

Despertaré,
algún día lo hare,
pero mientras trabajo y recorro la existencia
lo hago dopado por la mentira
que en mi paso se volvió tan aguerrida.

Tu olor me es inolvidable,
así como tus promesas sin cumplir,
así como tus besos que me llegaron a mentir,

así como tu ser desnudo
que alguna vez en un ficticio paraíso me hizo sentir.

Siempre pensé al futuro
con mi mente y mis pies en el presente
pero tú me hacías volar mas allá
¡mucho mas allá!
allí donde ni la vista, ni el latir pueden llegar
y así de fuerte y precipitado me caí.

Pero no importa, aún mi sangre tiene calor,
aún mi cara esconde alguna sonrisa,
aún me queda un poco de osadía
y voy a vivir,
voy a intentar sentir
todo aquello que me quitaste sin siquiera pestañear
lo voy a intentar, debo tratar,
pues mi cuerpo que envejece
con el tiempo implacable,
me enloquece,
porque ya no tengo de mi lado a la razón
estoy demasiado loco,
porque ya me decidí
y desde hoy…

voy a seguir sin ti.

De Sol Elk

Valiente Sirena


Valiente Sirena

La pequeña sirena no estaba contenta
su vida fue manchada por la tristeza;

ella adora el mar porque es parte
de su compleja simpleza.

Pero su padre Neptuno ya no retoza
con su amor en las aguas inquietas,

y aunque su fortuita ausencia
le deja a la sirena heridas abiertas,

ella sabe que le debe a su rey del océano
cada niña sonrisa,

porque cada abrazo,
cada beso,
cada navidad,
cada cumpleaños
siempre serán un perpetuo regalo
que ningún dolor
ni el mismo tiempo

podrán hacerle olvidar.

Para una amiga.
De Sol Elk