La mirada del aguila

La mirada del aguila

“Optimista”

“Optimista”


El viento sopló, un ave cayó y mis alas están peladas
ya no puedo volar, ni ser libre como antes.
Ya pasó la tormenta pero todo sigue siendo gris y apagado, no hay vida, solo miseria.
El enfermo clama por ser sanado, por ser levantado de su aposento.
Una mujer llora sin consuelo, un padre yace rendido por el cansancio sin recompensa.
Todo empieza a descomponerse, a ser putrefacto.
El sol ya no calienta, ya no ilumina como antes. Un árbol cae, todo parece otro mundo.
Todo parece irreparable.
Sigo cayendo y no hay fondo, no hay tope para nada y ni la velocidad me sirve para reincorporarme.
La ayuda no viene en camino, la luz no pasa, todo es oscuridad y vergüenza. No hay calma en las paredes, solo orificios sin llenar, no hay cura en la enfermedad.
No hay nadie que escuche mis gritos; sigo dando vueltas sin rumbo que tomar, tampoco encuentro un camino, todo es un enorme desierto, un gigantesco cementerio; no se ve más amor, solo profundas e infestas cicatrices.
Torrentes de palabras lunáticas llenas de estupideces.
Ahora todo está quieto, ni siquiera el viento pasa por sobre las hojas marchitas.
Ya es hora de dormir, estoy harto de esperar, estoy cansado de sentirme mal, de suplicar, de perder, de no sonreír, estoy asqueado de hurgar y no encontrar.
Estoy loco de esperar a que amanezca.
Estoy harto de perdonar y no ser perdonado.
La vida a veces es un castigo más que un regalo
y ya es hora de cerrar.

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